No hay señal de wifi, ni de movistar.
La naturaleza se impone en mi atención
y yo me siento en una película
– el escenario es demasiado perfecto.
Anoche dormí en el camping Los Maitenes, 40 km más al sur de donde estoy escribiendo ahora -también dentro del Parque Nacional Los Alerces. Es un camping organizado, había poca gente -más motorhome que carpas- y la ducha era hermosamente calentita y con mucha presión (eso le suma muchos puntos a un lugar). Me pasó en ese camping, volviendo a la carpa para ver a Schopenhauer -mi perro- después de una ducha sanadora, ver una motorhome que me resolvió mi mayor incógnita por estos días ¿Cómo se va a llamar mi perra? Schopen va a ser padre en menos de un mes, y ya decidí que me voy a quedar con una cachorra, pero hasta ayer no sabía cómo se iba a llamar. La motorhome era blanca, absolutamente blanca, y me llamó la atención porque estaba demasiado limpia para estar en un contexto de rutas de ripio y barro por doquier; en un costado, en cursiva y con letras doradas decía: Andina.
En el camping agreste que estoy ahora -subiendo para el Norte como para el lado de El Bolsón- hay menos gente que en el de ayer, la ducha sólo sale fría, la proveduría es mucho más escasa y el baño casi que queda en otra jurisdicción, pero la vista es la más increíble que pude encontrar en mi imaginario (y hay cerveza Grolsch). Las orillas del lago Rivadavia son, hasta ahora, lo más placentero para mis ojos que me regaló la Patagonia Argentina; y la disposición natural de este camping me está resultando fantástica. Encima, para mi suerte -y para que Schopen no se encule- no hay más perros que él en kilómetros a la redonda (desde diciembre del 2015 está prohibido entrar con mascotas a los parques nacionales, la ordenanza empezó a cursar cuando yo ya estaba en viaje y pude entrar con él gracias a un permiso especial, y a jurar mantenerlo con correa).
Nadie parece prestarnos atención igual, ni Schopen me la está prestando a mi ahora, ni yo me percaté que él destrozó lo que era un tronco gigante mientras estaba echado acá al lado mío… Tres parcelas vacías a mi derecha me separan de una pareja con dos nenes; cuatro parcelas vacías -de personas, no de árboles- a la izquierda me separan de un grupo de cuatro, formado por dos parejas… Los pajaritos no paran de sonar… En río es tan transparente…Hay tanta paz…
El Parque Nacional Los Alerces es una gran área protegida que se encuentra en la Provincia del Chubut, al Sur en Argentina. Incluye al lago Futalaufquen, lago Verde, lago Krüger, lago rivadavia, Menéndez y el río Arrayanes; y por sus increíbles paisajes es considerado uno de los más bellos parques nacionales del país.
La ciudad turística Villa Futalaufquen está dentro del Parque, ahí está la Intendencia y el Centro de Informes y Museo, donde se puede obtener información. El lugar cuenta con estación de servicio, cabinas telefónicas, restaurante, proveeduría, campings libres, agrestes y organizados, cabañas y hosterías. Se puede conocer el Parque a través de más de veinte senderos peatonales de diferentes dificultades y duración, y numerosos caminos vehiculares.
Yo recorrí hasta después del almuerzo y hace tres horas que estoy con el temita del fuego, lleva prendido una hora, pero tardé dos en recolectar toda la leña; recién son las ocho de la noche, bah, de la tarde. Hay leña suficiente para las cuatro horas de fuego que faltan, y también me quedan dos Grolsch para acompañar las papas al plomo y el libro de Richard Bach. Traje troncos grandes para que dure y ramitas para avivarlo ¿Me podría aburrir de vivir así? Sin duda el fogón es lo más lindo de vivir carpa…
Entre los muchos beneficios de estar sin conexión, subrayo dos. El primero es que te devuelve la atención que ocupan las personas que te importan porque -aunque quieras- no podés preguntarles cómo están o qué les pasó, no podés contarles nada, y esto te permite usar la atención en lo único que tenés al alcance: el momento en el lugar. El segundo es que te deja conocer qué hacés cuando no sabés qué hacer, aprendés cómo te gusta usar el tiempo en donde elegís estar, cuando no lo estás gastando: te conocés.
¿Cómo llegar?
En auto: Desde la ciudad de Esquel, en Chubut, por RN 259 y RP 71 hasta Villa Futalaufquen, donde está el centro administrativo del parque (52 km). También se parte de Esquel para acceder a la zona sur, por RN 259 hasta Trevelin y el camino que conduce al Complejo Hidroeléctrico Futaleufú (45 km).
Desde El Bolsón, en Río Negro, se puede alcanzar la portada norte del área protegida por RN 40 y RP 71 (105 km).
Otros medios de transporte: Esquel recibe tres vuelos semanales desde Buenos Aires (lunes, miércoles y viernes) y ómnibus desde casi todos los puntos del país. De allí se puede seguir al Parque en auto y camioneta de alquiler, taxi, remise o recurriendo a los servicios de una agencia de turismo.
1 comentario en "Parcela al paraíso en el Parque Nacional Los Alerces (Chubut, Argentina)"
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