Se termina otro cielo, justo cuando ya salía el nuevo. Como siempre. Coordinada simplicidad nada simple de lograr. Del día a la noche; de la noche al día. Así se sucede la vida fragmentada en ratos que dependen de horas para contar los minutos que los segundos tardan en cambiar de color… Como si al tiempo le importase existir y a la naturaleza le ocupase el tiempo, así nos mentimos. Así encajamos, ahí dicen que somos.
Ahora, acá -mientras pasa lo que escribo -, no importa el espacio y el transcurrir da igual… En este instante, la tierra canta con el crujir de los Alerces, revolotea elegante como el cóndor, truena en las orillas de los lagos, grita desde todos los picos de montaña… Te pide que vivas, perdón ¡Te exige que vivas!
Este lugar late.. La montaña está tan viva como el reptil que inmóvil absorbe los rayos del sol, yo me di cuenta.
Y el agua dejó tantas veces de ser la misma…
La Patagonia siente. Y yo la siento; y mi perro también…
Lo demás dejó de pasar.