Antes de adentrarme en la descripción del antiguo presidio que hoy funciona como museo, quiero explicar porqué es tan importante este punto dentro de la ciudad más austral del mundo.
Ushuaia y sus comienzos con la cárcel…
El 27 de junio de 1885 se nombra Ushuaia como capital de Tierra del Fuego; pero pese a los grandes progresos que había en la zona (asentamientos, construcciones, llegadas de algunos inmigrantes), los pobladores no lograban radicarse definitivamente. Por esta razón se impulsó desde el Gobierno Nacional la creación de un presidio que, gracias a sus diversos talleres y al personal que se necesitaba para administrarlo, cubrió las necesidades -y razones- de la población para asentarse de manera definitiva.
La cárcel de Ushuaia, entonces, fue creada en 1911; y por la dureza del clima y el aislamiento geográfico, las condiciones de seguridad la volvieron el lugar ideal para delincuentes comunes reincidentes y para los de más alta peligrosidad. A veces, incluso, fue utilizada para albergar detenidos políticos.
Ahora podemos visitarla frente a la esquina de las actuales calles Yaganes y Gobernador Paz, ya que actualmente -y desde que dejó de funcionar como Base Naval de la ciudad- está abierta al público durante todo el año.
El museo del Presidio
La parte restaurada
Atravesar las puertas del pabellón histórico es dar un paso atrás en el tiempo. Las celdas están restauradas sin alterar su composición original y en algunas, incluso, hay estatuas de presos realizando alguna de sus actividades diarias. Los pasillos son estrechos, y las celdas en promedio muy chicas y oscuras.
Los condenados más peligrosos del país perdían su nombre cuando ingresaban a este pabellón, y en su lugar recibían un número identificatorio al que debían responder.
Puertas adentro, se imponía una severa disciplina. Los que tenían buen comportamiento realizaban trabajos fuera del edificio como la explotación forestal en los bosques, al que llegaban en el tren desde el centro de la ciudad [“el tren del fin del mundo”, que todavía conserva un tramo dentro del Parque Nacional Tierra del Fuego; lee toda la info sobre el tren haciendo clic ACÁ]. A través de los talleres, los presos cubrieron todas las necesidades de la incipiente ciudad: construyeron las calles, los puentes y edificio públicos; y en el presidio funcionó la primera imprenta, el teléfono y la electricidad, entre otros.
Algunos de los presos alcanzaron gran notoriedad; el más famoso de todos fue Cayetano Santos Godino, alias el petiso orejudo. Capturado a la edad de 16, sus víctimas eran todos niños a los que engañaba y luego prendía fuego, golpeaba con piedras en la cabeza o martillaba clavos en sus cráneos. Murió en su celda a los 44 años. La versión oficial es que lo mataron a golpes otros reclusos.
También había prisioneros políticos como Simón Radowitzky, un anarquista ucraniano. Condenado a prisión por un atentado contra el jefe de la policía de Buenos Aires. Tras una estadía de 21 años fue indultado y abandonó el país.
La parte sin restaurar
Ningún cartel indicaba que, detrás de la puerta de vidrio que empujé sólo por curiosa, había una parte del presidio sin restaurar y abandonada. Tampoco estoy segura de que esté muy permitido pasar a este área porque se veía bastante poco segura para menores o gente mayor, y no había ningún cartel de nada. Pese a lo dicho, atravesé la puerta, lo recorrí, saqué fotos y me fui sin que nadie del lugar me quite la duda sobre si hice bien o mal en entrar…
En la parte restaurada hacía frío, más frío que en las otras partes del museo, lo que hacía que sientas bastante la pena de los que ocupaban sus celdas ¡Y eso que estábamos en marzo! Cuando atravesé esta última puerta, la de vidrio, parecía que nevaba. La sensación térmica no ayudaba y la imagen tampoco. La parte sin restaurar sí que se veía hostil…
La versión sin decorar fue un escenario bastante fuerte de asimilar. Las celdas tenían una única ventana diminuta, y sólo había 2 calderas para calentar todo el pabellón durante los meses de invierno. El sólo teletransportarse a la idea de estar ahí, más que de turista, era un escenario aterrador.
Hoy, el presidio se ha convertido en un polo turístico y cultural que mantiene vigente el recuerdo de lo sucedido y nos permite conocer -entre tantas cosas- las diferentes formas de resolución que encontró Argentina para llegar a ser lo que es.
Concluye el director del museo en la Página Oficial:
“Es muy importante conservar la memoria de este lugar porque ahí pasó de todo. Guarda una memoria triste de cómo fundar un lugar”
BONUS:
Al final del giftshop (tienda de recuerdos) van a encontrar una Galería de arte. Vayan, se visita re rápido y cuando yo fui había cosas re lindas. Acá les comparto algunas imágenes:
Ubicación: Yaganes y Gobernador Paz. Ex Presidio 9410, Ushuaia
Horarios: Abierto todo el año | Marzo a diciembre 10 a 20 hs
Enero y febrero de 9 a 20 hs | Feriados Consultar
Visitas Guiadas: Todos los días en español | Diciembre a marzo: 11:30 hs, 16:30 hs y 18:30 hs | Marzo a Noviembre: 11:30 hs y 18:30 hs
Precio (en pesos argentinos): $350 (entrada general); $250 (estudiante general); $250 (MERCOSUR); $150 (estudiante MERCOSUR)
Duración de visita mínimo aconsejado: 1 hora
Duración de visita aconsejable: 2 horas
2 comentarios en "Ushuaia y los presos del fin del mundo: una visita al museo de la cárcel (Tierra del Fuego, Argentina)"