Entiendo que el título de este posteo pueda sonar poco coherente, pero es tragicómicamente real. Era junio del año 2012 y yo estaba intentando superar una ruptura amorosa, tenía 24 años y trabajaba en un banco. Pedí vacaciones, guardé mis cosas en el auto y emprendí viaje rumbo a los Esteros del Iberá. Allá estaba Ale -un gran amigo que me dio el activismo en una ONG ambientalista- viviendo con Diana; y me pareció buena idea ir a conocer semejante paraíso, disfrutar -y aprender- con ellos, y desconectar…
Por alguna razón que sigo sin descubrir, armé el viaje como si los Esteros del Iberá estuvieran en la provincia de Catamarca… A 800 kilómetros de su ubicación real.
Me acuerdo que salí de Devoto (en Buenos Aires) un martes a las 10 de la mañana y fui por la ruta nacional 9 durante 700 kilómetros hasta Córdoba capital, elegí esta ciudad porque era un punto medio en el camino rumbo a Catamarca y porque quería encontrarme con Tomy y Arturo, dos amigos que vivían allá. Estuve 3 noches y sólo me encontré con Tomy la primera. Las otras dos no quise alejarme de la mesa de viajeros en el jardín del hostel.
La primer noche volví de madrugada y me quedé hablando con una de las chicas con la que compartía la habitació de seis. Arreglamos para ir juntas al otro día a Alta Gracia, 38 kilómetros al suroeste de la capital.
No recuerdo el nombre de mi compañera de viaje, pero si me acuerdo que tenía un poco menos de 40 años, era nativa del sur de Brasil y trabajaba como socióloga y docente. Nos entendíamos bien a pesar de hablar un portuñol indio. Fuimos juntas al Museo del Che Guevara, caminamos un rato por Alta Gracia, y volvimos al hostel. Me bañé y fui con otra de mis compañeras de habitación (que también era de Buenos Aires) y tres chicos de Chile (que también paraban en el hostal), a caminar por la ciudad y a tomar unas cervezas. Después de cenar nos quedamos horas en la mesa del jardín.
Volví a despertarme temprano después de haberme acostado tarde y partí para Villa Carlos Paz, a 37 kilómetros para el oeste del hostal. Esta vez fui sola, porque necesitaba parar el ruido y pensar. Estacioné en la calle principal y la caminé casi sin ver, después frené a almorzar al sol y busqué en el GPS qué hacer; recién arriba de la aerosilla me (des)conecté.
Estaba prácticamente sola en todo el complejo (era un día laborable a las 3 de la tarde aprox), sonó un rato largo La Vela Puerca (banda de rock uruguaya) en mi iPod verde, y entendí que me estaba escapando. No me escapaba de lo que me dolía, sino de lo que no me dejaba entender… Volví al hostal justo para darme una ducha y ayudar a cocinar un guiso con detodo. Otra vez me acosté tardísimo y la pasé genial en la mesa del jardín.
Amanecí el tercer día en Córdoba, desayuné, saludé a los que estaban despiertos y a los que no se habían ido, cargué la mochila y me subí al auto. Manejé hasta una plaza, estacioné y busqué en el GPS: “Esteros del Ibera, Catamarca” Nada. Repetí la búsqueda “No se han encontrado resultados” repitió el aparato. Lo reinicié porque pensé que andaba mal. Nada. Probé buscando sólo Esteros del Iberá: ¡¿¡¡¿QUE?!!?! ¡¿¿CORRIENTES??! En ese momento me di cuenta que había hecho cualquiera, y supuestamente esa noche me esperaban para cenar Ale y Diana en colonia Carlos Pellegrini (dentro de los Esteros de Iberá) que no quedaba en Catamarca… Porque EN CATAMARCA NO HAY ESTEROS…
La nueva ruta que me llevaba a mi destino original pasaba por Santa Fe. Sí, tenía que retroceder al sur, para ir al este y después subir al norte devuelta… La llamé a Erula -otra gran amiga que me dio el hecho de hacer-, y después de reirse de mí a carcajadas durante varios, varios, minutos sin parar, me dijo que sí, que obvio que podía parar en su casa y que vaya a visitarla. Yo también me hubiese reído a carcajadas de cualquiera en mi situación….
Llegué a su casa -380 kilómetros después de cortar el teléfono- y ya me habían preparado la cama y el almuerzo. Esa familia no sabe hacerte sentir mal. Los disfruté de a uno, primero comí riquísimo y después dormí como un bebe hasta la noche. Era viernes, y la acompañé a Eru a Falucho, un bar donde Fede -un amigo de ella- festejaba su cumpleaños. La pasamos increíble y terminamos comiendo hamburguesas cerca del río Santa Fe a la madrugada -yo todavía no era vegetariana-, hablando de historias de amor frustradas, con poco equilibrio y con la sonrisa dibujada…
Para la hora del almuerzo de mi cuarto día de viaje, reservé un hotel en Chajarí por teléfono, saludé a Eru y a su familia y volví a la ruta. El camino a los Esteros del Iberá tiene un último tramo que quería hacer temprano y descansada, asi que por eso programé una parada más. Llegué a Chajarí fastidiosa porque la ruta era un desastre y porque me estaba empezando a subir fiebre. Para colmar mi paciencia también llovía y nunca encontré el supuesto hotel que me había tomado la reserva. Volví a la ruta, y frené 20 kilómetros más al norte, en Mocoretá.
Llovía más y eran cerca de las 7 de la tarde. Pagué una habitación que estaba arriba del único bar / restaurant / kiosko /almacén abierto; y despúes de una milanesa con puré que me trajo Don Mario -a una de las mesas de un piso más abajo que mi cama-, me fui a intentar dormir. Digo intentar porque la habitación me daba terror, y durante un rato largo -a pesar del cansancio- no logré pegar un ojo. A la mañana siguiente no escuché el despertador, y amanecí 3 horas más tarde de lo previsto, pero sin fiebre, sintiéndome bien y en un día de sol.
El quinto día de viaje llegué a los Esteros del Iberá.
Distancia normal de Buenos Aires a los Esteros del Iberá (calculado por ruta0): 835 kms (10:55 horas)
Mi recorrido para llegar a los Esteros del Iberá (calculado por ruta0): 1775 kms (21:22 horas)
– de Buenos Aires a Córdoba: 740 kms (7:24 horas)
– de Córdoba a Santa Fe: 347 kms (4:00 horas)
– de Santa Fe a Mocoretá: 397 kms (4:36 horas)
– de Mocoretá a los Esteros del Iberá: 291 kms (5:22 horas)
Sí, hice 940 kilómetros de más pero -y absolutamente- valen la anécdota. Se ve que por esa época no sabía nada de logística viajera (sección que te recomiendo visitar para evitar inconvenientes innecesarios).
Si querés leer sobre mi semana en los esteros, y qué aprendí, hace clic acá.
Si alguna vez te pasó algo parecido, dejámelo escrito en los comentarios, capaz me siento menos boba :p
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¡Buenas rutas!
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