Este viaje por Argentina empieza en la costa de Buenos Aires, en Mar de Ajó y pretende terminar 1900 kilómetros después, dejándonos a Andina (una de mis 3 perros) y a mi, en Villa Jardín de Reyes, Jujuy.
La ciudad de Santa Fe está a 468 kilómetros de la Ciudad de Buenos Aires (capital del país) y a 830 kilómetros de Mar de Ajó (donde está mi nueva casa), es la capital de la provincia homónima, queda muy cerca de la Ruta Nacional 9 (la ruta que conecta Buenos Aires con La Quiaca), y además es el hogar de mi gran amiga Erula: todas buenas razones para elegir frenar ahí.
A Erula la conocí en el año 2011 por internet, y nos costó muy poco volvernos amigas. No compartimos casi nada de las típicas cosas que uno comparte con su grupo de interés, pero sí coincidimos – además de en el amor por los viajes – en casi todos los valores y métodos.
En estos 7 años nos vimos una vez en Rosario, 3 veces en Buenos Aires, 2 veces más en la Ciudad de Santa Fe, una vez en Moises Ville y una vez en El Bolsón; sí, 8 encuentros en total, y cada uno con una historia para contar…
Le avisé 2 semanas antes de viajar que me iba para el norte y le pregunté si podía parar en su casa y, mientras me decía que no había problema, me contó que estaba regando el jardin… ¡El jardín! Ahí me vino toda la imagen de su casa a la cabeza, me acordé cada rincón como lo había visto la última vez (en 2013, de camino a Moises Ville) y le dije que estaba ansiosa por tomar un tereré ahí (lo pongo en cursiva porque ser tan porteña hace que para mi sea un juguito de mate, pero no la quiero ofender…).
Cuando llegamos, el abrazo, como siempre. Después entramos a su casa, Andina y Olivia se conocieron y – trasde una estudiada situación – jugaron distendidas un buen rato. Recién cuando bajó un poco el sol (y la tierra parecía empezar a dejar de derretirse) salimos a pasear por la ciudad de Santa Fe…
Yo venía del mar, pero el agua siempre me llama…
Fuimos hasta el Puente Colgante Ing. Marcial Candioti (paralelo a la Av. Alem) que cruza el Río Santa Fe. El paseo peatonal que hay en esa costanera es divino y noté que también lo notaron los vecinos, porque estaba lleno de gente (el clima del día igual colaboraba para querer estar en cualquier costa). Tras caminarlo para am,bos lados, nos sentamos, nos pusimos al día con las ultimas novedades, y nos volvimos a reir de aquella vez que me confundí Corrientes con Catamarca y terminé en su casa pidiendo ayuda (podes leer esa historia haciendo clic acá).
Estuvimos ahí hasta que el puente empezó con la magia y mutó de color en color desde cada torre. En ese momento cruzamos el río, nos sacamos una selfie con Andina (sí, la que ves acá) y nos fuimos a tomar cervezas a uno de los 3 paradores que hay en la playa: Santa Kite (podes ver fotos acá yo estaba tan entretenida que me olvidé de sacar).
Salir con la gente del lugar hace que llegues a esos puntos que van…
No volvimos tarde porque era domingo y nos esperaban con una picada en jardín ¡Que bien me trata Santa Fe cada vez que vengo!
Seguimos charlando y tomando cerveza, cenamos con los padres de Eru, y después fui a disfrutar de la última noche durmiendo en la comodidad una casa. La última noche por un mes y medio… Me desperté a la mañana siguiente con pocas ganas de dejar la imperturbable oscuridad de la habitación en la que dormía, desayuné a las 07:40 a.m., la alcancé a Eru hasta la radio, y seguí viaje a Termas de Río Hondo, en Santiado del Estero.
¿Que me llevo de mis primeras 18 horas de stop en la ciudad de Santa Fe? Las ganas de venir más seguido a visitar a mi amiga, el agradecimiento para con ella y sus viejos por lo bien que me reciben siempre, y la certeza de haber empezado más que bien este viaje…
Para ver el próximo posteo de este viaje hacé clic en “Una noche en Termas de Río Hondo”; y si querés ver todo el mapa de ruta hacé clic en MAPA.
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1 comentario en "Hacer el primer stop en la Ciudad de Santa Fe, y volver al mismo jardin (Santa Fe, Argentina)"