Esta es la tercer parte de una historia que empezó hace 1800 kilómetros, el 10 de abril del 2017, cuando llegué a Lima.
Si sólo estás interesado en leer sobre Machu Picchu, estás en el posteo correcto, y antes de seguir leyendo en esta página, no te olvides de chequear Las nuevas reglas para visitar Machu Picchu (vigentes desde el 1 de julio del 2017). Si querés leer todo el foto-relato desde el principio, fijate en los links de acá abajo.
La historia que vengo a contar se divide así:
En Foto-relato: Un viaje de 2 mil kilómetros por Perú | Parte 1 Costa y Desierto: Lima | Refugio de Vida Silvestre Pantanos de Villa | Chilca | Paracas | Reserva Nacional de Paracas | Huacachina | Nazca (líneas de Nazca)
En Foto-relato: Un viaje de 2 mil kilómetros por Perú | Parte 2 ruta de Montaña y el Valle Sagrado de los incas: Reserva Nacional Pampa Galeras | Puquio | Chalhuanca | Abancay | Urubamba | Pisac | Ollantaytambo | Cusco
– En este posteo: Aguas Calientes (Machu Picchu pueblo) | Machu Picchu (montaña, ciudadela y recorrido)
ADVERTENCIA: Las fotos y videos de Machu Picchu son demasiado increíbles, el lector puede maravillarse por completo durante el recorrido de este post. Le aconsejo permanecer sentad@ durante la lectura y planear un viaje a Perú lo antes posible.
Este posteo empieza el martes 18 de abril a eso de las 8 de la mañana cuando salimos de Cusco rumbo a la tan famosa hidroeléctrica; pero tengo que hacer mención de los hechos que pasaron el día antes para que se entienda mejor todo el recorrido.
El día anterior -17 de abril-, en Cusco, nos enteramos que en esta época no salen (ni vuelven) trenes hasta Ollantaytambo, que es el lugar desde donde sale otro tren hasta Aguas Calientes (Aguas Calientes es Machu Picchu pueblo, desde donde se accede al tan famoso recinto arqueológico). Cuando planee el viaje, esto se me pasó, y la idea original de ir desde Cusco a Machu Picchu en transporte público se acababa de descartar.
Si no hubiésemos tenido un pasaje para el día después de la entrada al Machu nada era tan grave, pero las cosas se dieron así: la entrada para Machu Picchu (que habíamos comprado hace 2 meses) era para el día 19 de abril a las 7 de la mañana; el avión que nos iba a llevar de Cusco a Lima, para regresar a Buenos Aires, despegaba el 20 de abril a las 2 de la tarde… Estábamos muy jugados con el tiempo.
Tras darnos cuenta que ninguno de los tours que ofrecían desde Cusco a Machu Picchu podía devolvernos a Cusco para la hora del vuelo, decidimos -otra vez- alquilar auto y seguir el recorrido por nuestra cuenta (encima nos terminó saliendo más barato).
Averiguamos todas las posibilidades que en realidad era sólo una: llegar a la hidroeléctrica (que era una central hidroeléctrica como cualquiera de las que aparece en Google) y desde ahí ir caminando (al costado de las vías durante 3 horas) o en tren (32 dólares por persona) hasta Aguas Calientes.
El camino hasta la hidroeléctrica nos demoró 5 horas desde Cusco, y es el que se ve en el video. Un camino estrecho y doble mano, sin asfaltar la mayor parte del recorrido, al borde de un precipicio y en una zona de derrumbes: no apto para impresionables. Los que no se impresionan, sepan que es una de las rutas más increíbles que manejé en la vida. La vista es alucinante, las nubes se te cruzan y la altura se hace notar todo el tiempo. Son 210 kilómetros en total, pero no hay que fiarse de eso, porque la velocidad promedio a la que podés ir es 40 km/h, posta.
Dejamos el auto al cuidado de un chico por 10 soles, era un lugar que todavía no entiendo bien qué era, pero quedaba a media cuadra de la hidroeléctrica asique estuvo genial. Después fuimos hasta la estación y nos dijeron que el último tren para volver mañana hasta acá sale a las 13:15 desde Aguas Calientes, sacamos la foto que ven arriba y empezamos a caminar junto con otros tantos.
El camino es literalmente por al lado de la vía, y como pueden ver en el video el tren te pasa por al lado. Es bastante irregular, aunque no requiere mucha destreza, pero no es aconsejable para gente mayor ni para quién no tenga un buen estado físico (es preferible no ir ni bien se aterriza en Perú para acostumbrar el cuerpo a la altura). Nosotros no sólo queríamos ahorrarnos los 64 dólares del pasaje en tren de ambos, sino que también nos habían recomendado hacer este camino, y hacerlo en silencio para ir conectándose con la energía del ambiente. La recomendación estuvo acertadísima; el camino no puede ser más increíble y la sensación de estar ahí es mágica.
El contexto es alucinante para donde mires y el río Vilcanota se hace escuchar durante todo el trayecto. Nosotros tardamos poquito menos de tres horas, y en la última parte del recorrido conocimos a Guido, un mochilero que había partido hace 8 meses de Córdoba con su mochila y ganas de conocer el mundo; estuvimos hablando con él y compartiendo historias de viajes hasta que llegamos a Aguas Calientes.
Algo que me olvidé de comentar es que partir de la hora de caminata se empiezan a ver puestos con bebidas y comidas (todo internacional y a precio euro). Lo mejor es llevarte tus cosas desde Cusco, porque aunque en la estación de tren también venden, es más caro. Tengo que reconocer que lo que más me sorprendió no fue ver Snickers en el medio de la selva igual, sino ver la bebida fría, porque que en todo Perú se toma “al tiempo”, es decir, al natural (sí, la cerveza también).
Ahora sí, cruzamos el puente y ahí estaba: Aguas Calientes ¿Cómo no me avisaron que existía un lugar TAN increíble en este mundo?
La imagen cuando vas llegando es alucinante, un pueblo de casas bajas atravesado por un río enérgico en medio de la selva de montaña… Yo que soy fanática del verde, no podía pedir más… Pero hubo más.
A penas pisamos Aguas Calientes, en el cartel de la entrada de hecho, vimos un tiranosaurio rex bailando, posta pasó, se los muestro en el video…
Después del show del dinosaurio, nos fuimos a dejar las mochilas en el hostel “El Místico” y salimos a recorrer el pueblo. Se recorre rápido (por suerte) son tres calles paralelas por 5 perpendiculares y se acaba la cosa. No fue difícil elegir dónde comer, la mayoría de los lugares tienen 3 platos (entrada, plato y postre) a un precio turista de 10 soles, incluyendo un vaso de bebida.
Tras la cena nos fuimos a intentar dormir porque a las 4 de la mañana del otro día teníamos que empezar la caminata hasta la ciudadela de Machu Picchu.
Dormirme no fue nada fácil, porque el sonido del Vilcanota se llevaba toda mi atención y yo seguía sin poder creer estar tan cerca de lo que tanto había soñado… Creo que pude conciliar el sueño a la 1 de la mañana y a las 3:45 sonó el despertador.
Para mi sorpresa, eramos miles los despiertos, las colas para los micros que suben a la ciudadela ya tenías más de una cuadra de gente (¡Sí, a las 4 de la mañana!) y nosotros empezamos la caminata de 2km hasta la garita en plena oscuridad y con llovizna.
En la garita nos pidieron los pasaportes y los pases para Machu Picchu; después del control empezamos el camino en subida como el que ven la foto de arriba.
Nos habían dicho que eran puras escaleras, pero nunca me imaginé que fuese tan cansador…
No todo los escalones eran tan prolijos como los de la foto ni se veían tanto cuando era de noche. Recién después de la primer hora empezó a aclarar y cesó un poco la lluvia, aunque no las nubes. En ese momento no había calculado que 1350 metros para arriba era como subir a un edificio de 450 pisos por escalera, con la desventaja de no tener un suelo parejo, baranda de donde agarrarte, ni techo para cubrirte de la lluvia; a 3 mil metros de altura…
Más de una vez me pregunté ¿Porqué mierda estoy haciendo esto? ¡Con el micro veía Machu Picchu igual! ¡No me dan las piernas! ¿Porqué me meto a hacer estas cosas? Y así, mientras todavía tenías fuerzas para pensar…
El sol, para no variar, me cambió el panorama. Si bien empezaba a sentirse la humedad y lo mojado de la lluvia estaba mutando en una transpiración muy poco sexy, el paisaje alrededor no me dejaba acordarme ni de las piernas que no andaba. Claro, ya había subido casi mil metros, y estar a la par de las montañas es otro cantar…
Un mes y seis días después, ahora, mientras escribo la vivencia de ese día, se me escurre una lágrima de emoción al recordar el paisaje y las sensaciones… La conexión con todo es muy fuerte…
Cuando todavía me faltaban 350 metros para llegar, algo así como 117 pisos de edificio, sólo podía pensar en cómo iba a sorprenderme el Machu después de esto…
Llegué hasta donde te dejan los micros pocos minutos antes que mi viejo, el que me sorprendió enormemente por el aguante (no es que no le hubiera tenido fe, es que realmente el camino se puso agotador). Pasamos los dos al baño, hicimos la cola para ingresar al parque arqueológico, nos sellaron los pases, y…
Y ahí estaba…
Lo que tanto había soñado ver, adelante de mis ojos, y mucho más increíble de lo que mi imaginación pudo inventar…
La foto de acá arriba es lo primero que ves cuando entrás para el lado de la ciudadela (camino de la izquierda); y cuando te das cuenta de lo enorme que es no importa todo lo que caminaste hasta ahora, la energía se te renueva por completo.
Voy a usar más imágenes que letras para contarles lo que vi, porque no conozco palabras para describir tanto…
No tengo recuerdo de haber estado en algún lugar tan mágico, y tengo la certeza de que voy a volver.
Mi consejo para todo viajero a Machu Picchu es que vaya preparado a descubrir lo que nunca va a estar preparado a ver. Eso y que no se olvide de reservar el Camino del Inca con 6 meses de anticipación, y la entrada a Huayna Picchu con 4 meses de anticipación.
IMPORTANTE: A la salida, HACÉ SELLAR TU PASAPORTE con MACHU PICCHU. Al lado del bar de la entrada hay un señor con un puestito que te cobra 1 sol por sellarte el pasaporte. Tiene que hacerlo gratis porque así lo manda una reglamentación, pero si podés ayudarlo con una moneda seguro le viene bien.
La bajada también la hicimos a pie, y nos llevó casi 2 horas. Llegamos a Aguas Calientes justo para tomar el tren de las 13:15 que nos dejaba en la hidroeléctrica. La vuelta en tren fue linda también, pudimos descansar un poco y disfrutamos del paisaje desde unos metros más arriba (aunque no hay comparación con la caminata).
AD-MI-RA-BLE….
Me han dado muchas ganas de hacer el recorrido que tu hiciste. ¡Gracias por compartir!