La tarde que vi un oso y al ser vivo más grande del mundo (Sequoias National Park, EEUU)

Este texto cuenta sobre el día que conocí a la biomasa más grande de la tierra y la primera vez que vi a un oso en su ambiente natural. Ocurrió en Sequoias National Park, en California, Estados Unidos, una tarde de septiembre del año 2019, donde manejé varios cientos de kilómetros para conocer al General Sherman en persona.


El Parque Nacional de las Secuoyas, en Estados Unidos, recibe ese nombre porque así se llaman los árboles inmensos de tronco grueso, canela, y agrietado, que lo integran. Las secuoyas gigantes (Sequoiadendron giganteum) son el árbol más grande y longevo del planeta, y el General Sherman es un ejemplar que, por sus dimensiones totales, hoy es catalogado como el ser vivo más grande del mundo. Él fue el motivo de mi viaje desde Las Vegas hasta el parque nacional; pero no fue lo único que me maravilló desde que entré.

El camino dentro del parque es precioso, pareciera que está pintado al oleo y que representa la imagen de algún paraíso de montaña (y aún considerando que lo visité en pleno otoño).

El último trayecto que conecta con el estacionamiento donde dejé el Jeep de alquiler que iba manejando, estaba lleno de secouyas a ambos lados del asfalto, y se sintió tan linda la escena - tanto que la siento ahora mientras quiero transmitirla - que no encontré palabras para describirla y te la comparto en un video.

Me bajé del Jeep en el estacionamiento y caminé por el sendero en dirección al General, antes de llegar al cartel que indica que es él, demoré algunos minutos con las texturas de las secuoyas que estaban en el camino. No se puede creer la madera de esos árboles, y yo me tomé mi tiempo para asimilarlos. Una vez al lado del cartel miré para arriba, y ¡Wow! Sí que es alto, impresionantemente alto, pero la mayor sorpresa por sus dimensiones la sentí cuando me acerqué para hacer la foto, parecía un faro de madera, tendría que juntarme con unas 30 personas mínimo para darle un abrazo entero a su contorno. Es una locura. 

Mide 84 metros de altura, la circunferencia del tronco es de 31 metros, su corteza tiene más de un metro de grosor, la longitud de sus ramas es a partir de unos 40 metros, su peso es de más de 2000 toneladas, y se estima que tiene unos 2000 años.


Volví hasta el estacionamiento maravillada de lo que había visto. Hablé con mi madre en el camino sobre lo increíble que es la naturaleza y lo chiquitos que somos los humanos a pesar de lo inmensos que nos creemos. No lo recuerdo, pero seguro también hablamos de que quería ver un oso en ese momento, porque básicamente fue mi monotema desde que ingresé al parque.
Uno de mis mejores amigos, Giuliano, subió un video en Intsagram hace un tiempo donde se veía un oso, estando en este parque. Lo hablé antes de viajar y me dijo que fue el primer lugar donde vio uno. Y yo quería verlo también.

Nos sentamos en el Jeep para partir rumbo a Fresno, pero antes de salir le dije a mi mamá que quería esperar un poco en el auto. Cuando agacho la cabeza para acomodar nosequé, mi madre grita ¡UN OSO!

Recuerdo que salí despedida del auto y empecé a llamarlo con la misma voz aguda con la que le hablo a mis perros, mientras corrías detrás suyo. Era un osezno, un oso cachorro, y estaba a muy pocos metros mío. La emoción no me entraba en el cuerpo y por un rato me olvidé de mis prácticas ambientales y sólo deseaba abrazarlo.
Lo seguí un rato hasta que algo de conciencia volvió a mi y entendí que no sólo no era lo mejor para él sino que su madre osa seguramente me estaba mirando y que no estaba muy de acuerdo con mi persecusión. Desistí de seguirlo, y volví a encontrarme con mi madre feliz, más feliz aún de lo que ya estaba antes por estar compartiendo el viaje con ella y por haber conocido - por fin - al General Sherman.

Todavía me acuerdo de estar acostada a la noche en la cama del motel de Fresno, con el pelo mojado de haberme bañado hace poco sobre la almohada, viendo en el celular una y mil veces el video que te comparto.


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