Sí, hice este posteo enteramente por un auto, por el mío.
Hace 11 años - ¡11 años! - que manejo la misma máquina negra perlada, tiene tres puertas, llantas oscuras, una ventana al cielo, y muchísimas de mis mejores anécdotas en su interior. Es un Peugeot 206, nos conocimos cuando todavía no tenía kilómetros en su andar, y hoy llevamos 186.060 kilómetros recorridos juntos.
Lo primero que hice después de mi primer viaje por Europa -en enero del 2008- fue ir a buscarlo. Me acuerdo que no me animaba a sacarlo de la cochera en la que estaba por miedo a rayarlo, tuve que pedir ayuda... Estaba tan impecable...
Había soñado con tener un auto así desde que vi a uno de los suyos por primera vez estacionado cerca del Parque Las Heras. Las curvas, el alerón, la ventana en el techo, y ese color negro... Lo que supo ser un sueño, ahora en mis manos, bajo mis pies; y yo con a penas 21 años. Me acuerdo, y sonrío con toda la cara...
Si algo había aprendido en Europa, es que los viajes iban a ser excepciones en mi rutina hasta que consiguiera graduarme; y que luego de eso, la excepción iba a ser el asentamiento. Nada me hacía más feliz que contar con El Perla (sí, mi auto tiene nombre) para tales fines.
Lo bauticé así porque para cuando lo tuve en mis manos, vivía con mi iguana Jack Sparrow, además es una edición especial que sacó Peugeot que se llama Live!, y -una tercer razón es que- en la ficha técnica leí que su color era negro perlado... Las tres razones que enumero -y la cita que les comparto acá abajo- sirvieron para bautizarlo como El Perla Negra.
"Vamos allá donde queremos, en eso consiste una embarcación, ya lo sabes....
Una nave no es solo una quilla, un casco, una cubierta y unas velas;
lo que es una nave, lo que el Perla Negra representa, es la libertad"
Capitán Jack Sparrow en Piratas del Caribe, la maldición del Perla Negra
Lo llevé por todos los paisajes, y por todos los suelos; le pedí que llegue donde sólo van los que traccionan con las cuatro ruedas, lo hice trepar hasta los 4.895 m.s.n.m. (en el Abra del Acay), le exigí que soporte un viento sur de 135 km/h sin perder estabilidad (en Santa Cruz), le mostré que también podía ser mi cama, y servir de casa... Jamás me negó un capricho. Nunca me dejó varada, nunca tuvo un problema mayor en ruta que pinchar una goma, siempre respondió a mis pies, y sólo pide nafta...
¿Enserio no me puedo enamorar de una máquina?
Es admiración. Admiración al hombre y su ingenio mecánico, al desliz del caucho en los kilómetros de ripio, a la alta vibración de mis músculos a su mando, a un objeto que se fusiona perfectamente con mis ganas...
Y aunque creo que es el mejor auto que piso una ruta jamás (exagerando sólo un poco, tal vez), no quiero que se entienda este posteo como una publicidad hacia su marca ni modelo. Conozco quienes no han tenido tan buenas experiencias con sus 206, y a quienes Peuogeot les trajo más de un problema con los repuestos. Lo que quiero transmitir es que, éste 206, mi 206, es -para mi- todo lo que está bien en un auto.
¿Cuáles son mis acciones favoritas?
Abrazar, escribir y manejarlo.
Al volante, es como si lo que está fuera de la ruta no fuese trascendente, como si ese momento donde mi atención se ocupa de avanzar fuese capaz de restarle importancia a toda la demanda del mundo exterior. Siento paz cuando manejo, y siento más la vida con las distintas imágenes que aparecen a medida que ando el camino...
Las innumerables historias que se pueden contar desde la ventanilla de un auto son directamente proporcionales a la cantidad de paisajes que te regalan los kilómetros. Pasa en las rutas de montaña -a veces- que cuando una cree no poder más de la exaltación visual, agarra una curva, y el paisaje cambia totalmente ¡Y es todavía más lindo! Siempre creo que las curvas son lo mejor de la ruta, así como la ruta lo mejor del viaje; tienen el poder -la ruta, las curvas, y el viaje- de hacerme vivir en el presente, de poner mi atención solamente ahí, y de poner mi sonrisa también en curva...
Adentro de El Perla me siento gigante, es como si su doble tracción pudiera trepar hasta dejar atrás mis miedos, como si el flujo de combustible bajase también mis revoluciones, como si la amortiguación puediera hacerme evitar que las piedras en el camino me hagan tropezar... ¡Que difícil poner la superación en palabras! ¡Que difícil contar la armonía!
Si pudiese solicitar hoy mis tres deseos a un genio mágico, gastaría uno en pedirle combustible infinito.
A las demás metas se que me puede llevar él...
Para ver cómo son mis viajes -la mayoría manejando sola- arriba de mi 206, entrá en "Viajar sola: lo bueno, lo malo, y lo genial"; y si querés ver todos los caminos y paisajes de Argentina que recorrí con El Perla Negra, hacé clic acá.
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¡BUENAS RUTAS!
Al fin alguien que me entiende!!!!! exactamente eso siento yo con mi autito, que no tiene nombre pero lo llamo mi Kasito…. también estrené este Ford cuando era 0, él y yo eramos 0 al caso porque fue el primero que manejé (imaginate primeriza y sacarlo de la concesionaria 0 km), a pesar de que debo tener 15 años más que vos. Con él tengo libertad, no pasa semana sin que sonría al mirarlo y valorarlo. Ni hablar cuando salgo de viaje.
Hermosa nota.
Me encantó leer este artículo, realmente pude sentir tu amor por ese auto.
Estoy por hacer un viaje al norte argentino en mi peugeot 207 (impecable) y como soy la única conductora hay mil voces en mi cabeza que me hacen dar algunos miedos, entre ellos el de si podré sortear las dificultades de las rutas y si mi peugeot se la bancará. Este artículo me da la confianza y fortaleza para emprender mi viaje. GRACIAS.-